PALABRAS PRONUNCIADAS POR LA EX - ALUMNA MIRIAM ALVES MARQUES EN REPRESENTACIÓN DE SUS COMPAÑEROS, EL PASADO VIERNES 30 DE NOVIEMBRE DE 2012



25 ya?  Sí, 25 años desde aquel acto sobre el escenario del Teatro Parroquial, en el que nos condecoraron con medalla, aplauso y foto por haber cursado los 5 años (o más en algunos casos y sin mirar a nadie en particular) en el “Comercial”.  Fue la última vez en la que estuvimos todos y sin excepción, y porque sabíamos en silencio que eso ya no volvería a ocurrir, fue que algunos y me incluyo, llorábamos a mares. Es que lo que los grandes llamaban futuro, empezaba a asomar, y nos agarraba con más incertidumbres que certezas. Esa noche de calor, de uniforme y sobre las tablas, fuimos homenajeados, como hoy, 25 años después. Esa vez, el motivo era el fin de la etapa de ser secundarios. Hoy el fin es recordarnos que estamos grandes y que en materia de educación media,  somos argentos.

Hace 29 años, en el 1983, ingresábamos por primera vez por la puerta doble del Instituto Comercial Presbítero José Albertini, acompañados de libros, hojas e intereses varios cuantificables en años venideros: ser contadores algún día, o ser bancarios, o nada de eso. Es que muchos elegimos ser Peritos Mercantiles por las herramientas que nos brindaría el título, pero también elegimos a la institución, por sus ideales, metas y valores para hacer de nosotros, gente de bien.
Así entramos, con miedos y flaquezas a un sitio conocido por los comentarios de los otros (en esos años la primaria la cursábamos en otra escuela), y con el agravante o el virtuosismo (ya no lo sé) de que en esos años y con el perdón de la Real Academia, éramos unos pavos… y sí señores, en los recreos hacíamos payanas, jugábamos a la mancha, y los más osados tiraban 1 tiza. Excepciones eran una rateada o una palabra fuera de lugar a la figura de un profesor. Y todos sabíamos muy bien entonces, dónde nos metíamos, porque conocíamos muy bien los valores inalterables del colegio, sus creencias, su docencia y sus normas. Y el que por error o inocencia se sumaba a sus filas, raudamente se hallaba buscando otro banco en otro sitio porque no se adaptaba a éste. Es que “el comercial” es “el comercial”, con todo lo que numéricamente, matemáticamente o contablemente implica, pero gracias también a la claridad de sus metas y de su ética.
En estos 25 años cada uno tejió con su vida lo que pudo: algunos han labrado una gran carrera profesional, otros  tejieron una pieza menor. Unos hallaron horizonte más lejos y algunos se quedaron por acá. Hay mixes de idas y vueltas, de tejidos y destejidos, de marañas y nudos. Y con seguridad y prestancia opino que a los 13 años nada de lo que somos lo sabíamos por aquel entonces. Pero como cada historia es como una cadena en donde un eslabón arrastra al anterior, y éste al otro,  cada uno de nosotros, lo que somos hoy, no puede saltearse  el paso por el colegio comercial ni lo mamado en sus aulas.
No podemos dejar de agradecer a los profesores, a las autoridades, al Hermano Faustino Ampudia, fotógrafo oficial de cada cumpleaños de 15. El “monjo” como le decíamos todos y él, cómplice de su apodo, a lo sumo nos retaba porque era una formalidad a cumplir.
Un homenaje a los profesores que ya no están, son varios y no nombro por si acaso me falte alguno, pero en lo personal,  sí quiero mencionar a Juanita Troiano por su docencia incansable, sus ocurrencias y pasión, por su Club Científico  y su cromática pedagogía.
Traigo a este homenaje por supuesto a Karina, nuestra compañera que hace unos años nos dejó y nos conmocionó en su ida. Tomas de conciencia de nuestra finitud.
Cuántas anécdotas, compañeros de paso, problemas que nos parecían irresolutos, risas, salidas, kermeses, asaltos, entradas vendidas en las esquinas, exámenes, noviazgos que nos parecían hasta que la muerte nos separe, rifas, modas, machetes. En ésto aventajábamos al resto de las secundarias porque contábamos con la bendita estenografía. Claro que entender un machete de signos equivalía a aprobar la materia sin demasiado esfuerzo.
Por todo lo dicho y 25 años después, sólo resta decirte GRACIAS Colegio Comercial por haber forjado en nosotros el concepto de compañerismo, de pluralidad, de equipo. Soy una defensora de la idea de que la escuela por sí sola no educa. Pero si se  suman  las voluntades de los padres más las de una institución educativa, el resultado sólo puede ser positivo. 
Gracias por forjar el don de gente en cada uno de nosotros, y por seguir manteniendo intactos los valores para las promociones venideras.